El
neoliberalismo surgió en 1930, como una manera de superar la crisis de la Bolsa
de Nueva York en 1929, que puso en jaque al mercado de valores. El neoliberalismo impulsa el fortalecimiento
de las economías nacionales, pero a partir de una división del trabajo pensado
a gran escala, para de ese modo poder ingresar en un proceso de globalización,
lo cual se denominó división internacional del trabajo, donde cada país
fortalecía e impulsaba su economía en un sector específico: en el caso de los
países de América Latina, la agricultura, la ganadería y otras actividades primarias
fueron los principales motores de inserción en esa división internacional,
mientras que los países europeos y Estados Unidos empujaron su capacidad industrial
y desarrollo tecnológico.
En el caso de México, el
neoliberalismo inicia con la ruptura del modelo prevaleciente por más de tres
décadas: el modelo de crecimiento económico, sustitución de
importaciones, desarrollo hacia adentro y economía mixta.
Desde la década de los cuarenta, la estrategia de desarrollo en México,
se sustentó en la protección del mercado interno, a través de barreras
arancelarias y no arancelarias que mantuvieron al aparato productivo
virtualmente aislado de la competencia internacional. El Estado, desempeñó un
importante papel, al asumir un alto grado de intervencionismo y regulación de
la actividad económica.
En México, el modelo neoliberal ha
significado el desmantelamiento de la economía nacional y la pauperización del
nivel de vida; esto en sí mismo ya es mucho decir, ya que de aquí se derivan la
mayoría de los problemas que aquejan al país. El mismo fenómeno de la economía
criminal expresada en el crecimiento del narcotráfico es resultado de un campo
abandonado, así como de un campesino vulnerado por la pobreza y que se encuentra
en la total indefensión. Suponiendo que la estrategia para acabar con este tipo
de actividad ilícita es bienintencionada, es decir, que no hay intereses de
ningún otro tipo, ha resultado la decisión más equivocada, ya que nos arroja un
saldo de aproximadamente 60,000 muertos y un país donde la actividad
económica productiva se ve amenazada por
la delincuencia organizada. El mismo país donde el libre tránsito por las
carreteras nacionales se convierte en un acto verdaderamente temerario, y donde
la soberanía nacional es cada vez más vulnerada por la intervención –disfrazada
de cooperación- de los Estados Unidos.
Otro devastador resultado de la falta de oportunidades en nuestro país
es la migración, exagerada por un mal planteamiento del TLC que jamás aprobó el
capítulo de libertad de tránsito de mano de obra. La gran paradoja de la
migración es que Estados Unidos y Canadá, al establecer un orden neoliberal,
crean a los migrantes que buscan una mejor vida en sus territorios.
El desempleo, la caída del
salario real, la pérdida de condiciones de trabajo dignas, son resultado de una
política laboral que desprotege a la fuerza de trabajo en favor de la
competencia y la reducción de costos, esto representa un gran conflicto para la
clase trabajadora ya que depende del salario como medio de vida.
En conclusión, México ha
experimentado el neoliberalismo como una serie de eventos que han impactado de
manera negativa a la economía y a la sociedad. Es necesario reconsiderar el
papel que juega el Estado en dicha economía, un rol que en países de Europa,
por ejemplo, se ha votado por una participación más amplia que ponga orden al
caos que el mercado anárquico y voraz creó desde la década de los ’80. En
México también debe darse un cambio de rumbo, aquí hace falta instaurar un
modelo que permita un desarrollo del país incluyente, que esté enfocado a crear
y mejorar el empleo, que exista una mejor educación y que invierta en su propio
progreso. Es momento de parar el saqueo de recursos nacionales, que pueden ser
utilizados para las necesidades propias de éste país y que no vayan a parar a
las cuentas bancarias de las empresas y los hombres ya enriquecidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario